12 noviembre 2005

El CHUS es la única tabla de salvación para 1.500 padres con hijas anoréxicas

sábado, 12 de noviembre de 2005

Unos 1.500 jóvenes, la mayoría adolescentes, reciben tratamiento contra la anorexia y la bulimia en la unidad de Trastornos Alimentarios del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), único de referencia para toda Galicia.
Por este motivo, cientos de padres se ven obligados a peregrinar a Compostela para que sus hijas -la mayoría son mujeres- puedan ser tratadas de su enfermedad. “Esto implica pedir permiso en el trabajo, además del gasto que supone el ir y venir en algunos casos una vez por semana y en otros, a diario, si la afectada está en el hospital de día, que funciona de 9 a cuatro de la tarde”, según denunció a este periódico María Flora Cajide, presidenta de la Asociación de Bulimia e Anorexia de Galicia (Abagal), en Santiago.
María Flora es una mujer que decidió en su día crear esta asociación “para ayudar a otros padres que se ven indefensos ante este problema y no saben ni cómo afrontarlo ni a dónde acudir”, dice, a la vez que señala que “todavía hay tabúes y mitos falsos sobre la anorexia y la bulimia”.
“Es un problema que está dentro de la sociedad y no se debe ocultar”, dice, además de subrayar que “la bulimia triplica en casos a la anorexia y es siempre la gran olvidada”.
Una dura lucha de años
La responsable de la asociación compostelana lanza un mensaje a los padres con hijos con trastornos de la alimentación: “No existen soluciones mágicas y es una lucha que en muchas ocasiones dura años”.
Sin embargo, quiere mostrar también el lado más positivo subrayando el “excelente trabajo” que llevan a cabo en la unidad dirigida por el doctor Felipe Casanueva, quien apuntó a este diario que “los casos de anorexia y bulimia que tratamos se están manteniendo en los últimos dos años, mientras que está creciendo la incidencia de la obesidad,”.
Curiosamente, a pesar de contar con una unidad especializada en Santiago para el tratamiento de estos trastornos, María Flora Cajide asegura que muchos padres “vienen a nuestra asociación desesperados por que no saben a dónde acudir “.
"Mido 1,65 y aunque bajé a 42 kilos, no me veía delgada"
Ana comenzó con catorce años a dejar de comer. Pasó por la anorexia nerviosa y después por la bulimia, comiendo compulsivamente, dándose atracones y vomitando después o haciendo ejercicio para que las calorías no dejasen marca en su cuerpo.
Midiendo 1,65 llegó a pesar 42 kilos. Pero confiesa que “llega un momento en que te empiezas a obsesionar y ya no lo haces por gustarle a la gente, sino por gustarte a ti. Te ves horrible; aunque delgada, no lo suficiente”.
Esta adolescente, que casi tres años después todavía acude dos veces al mes a la unidad de Trastornos Alimentarios del CHUS para seguir el tratamiento, empieza a ver la luz al final del túnel. Eso sí, sabe que no hay que bajar la guardia. Al igual que lo saben sus padres, que han sufrido este trastorno junto a ella.
“Es muy duro enfrentarte a este problema. Ves a tu hija que está desmejorando, pero no llegas a creértelo”, dice el padre de Ana, quien ha tenido, al igual que su mujer, que pedir permiso en el trabajo para ausentarse “muchas mañanas para acompañar a nuestra hija en la terapia”.
Esta familia se vió obligada a “venir a Santiago porque no encontramos otra opción”, tras intentar solucionar el problema llevando a su hija a psicólogos y psiquiatras.
Por eso, subrayan su agradecimiento al personal que desarrolla su labor en la unidad del hospital de Santiago, aunque también subrayan que “ha supuesto un gran sacrificio tener que faltar al trabajo y levantarnos muy temprano para estar a las nueve de la mañana en el centro para iniciar la terapia”, dice este padre que, al igual que otros muchos reclama “que haya al menos dos unidades más en Galicia”.
Señala que al coste laboral se añade el económico. “Porque muchos padres se ven obligados incluso a optar por vivir en Santiago una temporada para no tener que darse palizas de viajes, por ejemplo desde Ourense”.
Mientras, Ana, que confiesa que perdió el norte “alejándome de todos para encerrarme en mi mundo”, ve claro que su vida está normalizándose “gracias a mis padres y a los especialistas”
“No se debe confundir con un capricho”
Lucía Vázquez, psicóloga de Abagal, subraya que no existe una “causa” única que lleve a las jóvenes a padecer anorexia o bulimia, aunque sí apunta hacia la presión social “por tener una imagen, que muchas veces no se ajusta a la realidad. Es antinatural medir 1,75 centímetros y llevar una talla 36, como muchas modelos en las que se miran las adolescentes”.
Esta experta insiste en la necesidad de concienciar a la sociedad sobre este problema. “No se debe confundir con un capricho de adolescente, ni pensar que sólo pasa en clases pudientes. A cualquiera le puede tocar y por distintos motivos”.
Eso sí, insiste en que “hay una gran presión social para que seamos guapas y delgadas. Pero todos somos diferentes, no hay un canon de perfección ni de belleza”

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