24 abril 2009

La delgadez de una aspirante a Miss Universo reabre el debate sobre la masa corporal de las modelos

Stephanie Naumoska, de 19 años, mide 1,80 y pesa 49 kilos



REUTERS

La controversia ha saltado al concurso que ha elegido a la representante australiana en el certamen de belleza de Miss Universo. La modelo Stephanie Naumoska, de 19 años, una de las principales finalistas de un concurso que, según sus organizadores, promueve los "cuerpos saludables y proporcionados", mide 1,80 metros, pesa 49 kilos y tiene un índice de masa corporal de 15.1, muy por debajo del límite de 18. Para algunos, Naumoska es "piel y huesos"; para otros, ejemplo de la fisionomía típica de su país natal, Macedonia.

"Debería considerarse que Naumoska está por debajo de su peso y, ciertamente, debería hacérsele un análisis de sangre y examinar su dieta para determinar si sufre algún tipo de trastorno alimentario", ha dicho la dietista Melanie McGrice a un periódico local. La directora del desfile, Deborah Miller, ha señalado que Naumoska, quien fue derrotada en la final por la presentadora de televisión y modelo Rachael Finch, procede de Macedonia, lo que explicaría su extrema delgadez. "La gente de este país es alta, ágil y con huesos pequeños. Es su tipo de cuerpo, igual que las chicas asiáticas tienden a ser pequeñas", ha apuntado Miller.

La presidenta de la Asociación Médica Australiana, Rosanna Capolingua, ha manifestado que el concurso debería establecer un índice mínimo de masa corporal del 20. "Lo más lamentable de toda esta polémica es la imagen que se está trasladando a las jóvenes, que pueden ver esto como algo normal, cuando evidentemente no lo es", según Capolingua.

La ganadora en Australia Finch competirá por el título de la más guapa del mundo en el concurso de Miss Universo que se celebrará en las Bahamas el próximo agosto.

14 abril 2009

La ex tenista Monica Seles confiesa que padeció bulimia




La ex tenista profesional Monica Seles estaba en lo más alto a principios de los años 90. En 1991 alcanzaba el número uno de su ránking mundial, pero dos años más tarde su vida giró 180 grados después de que un admirador perturbado saltara a la pista en medio de un partido y la apuñalara por la espalda.

Seles tuvo que dejar el deporte un tiempo y su cuerpo, acostumbrado a los duros entrenamientos se resintió. Ahí fue cuando Monica comenzó a tener problemas con la alimentación. "La comida era mi mejor amiga", señala la tenista que recientemente confesó que padeció bulimia durante nueve años.

Seles señala en una entrevista que se daba verdaderos atracones para sentirse mejor, ya que sufría estrés y tuvo problemas psicológicos tras el ataque. Esta situación se agravó cuando en 1998 su padre falleció.

"Me sentía sola y sólo comía", explica al periódico australiano 'Herald Sun' en unas declaraciones recogidas por otr/press en las que apunta: "Comer de esa manera era mi mecanismo de defensa. Yo utilizaba la comida para 'curar' mi estrés".

Pero su 'solución' al estrés no le benefició, ya que en unos años aumentó unos 15 kilos. Esta situación la alejó definitivamente de las canchas y, aunque anunció su retirada oficial en 2008, en 2001 dejó de jugar de manera regular en los circuitos internacionales. Además, decidió trasladarse a Miami en donde reside actualmente.

La ex deportista ha participado recientemente en 'Dancing with the stars', el '¡Mira quien baila!' estadounidense, y gracias a este concurso, señala en la entrevista, consiguió superar de manera definitiva sus problemas con la comida.

Tras esta experiencia consiguió sentirse bien consigo misma, aunque asegura que, aunque deseaba terminar con su situación, fue duro. "Lloré mucho, pero ahora no volvería a mis viejos hábitos", confesó la jugadora de origen yugoslavo. Todas estas experiencias las ha querido recoger en un libro titulado 'Getting a Grip'.

Se trata de una pequeña autobiografía que tiene como objetivo ayudar a otras chicas que están pasando por lo mismo que pasó ella. En este libro no habla de consejos específicos pero, explica, con su testimonio quiere dar ejemplo de lo que se puede conseguir tras muchos años de enfermedad.

Seles fue una de las mejores tenistas estadounidenses de todos los tiempos. Su vitrina acoge más de medio centenar de trofeos. Nueve de ellos pertenecen a competiciones de Grand Slam.

Fuente: EP

08 abril 2009

La actriz Scarlett Johannson cede a las presiones y se pone a régimen



La visible pérdida de peso de Scarlett Johansson, que no ha pasado por alto a sus fieles seguidores, tiene una explicación: la actriz se ha puesto a dieta y ha conseguido adelgazar ya seis kilos gracias a las recomendaciones de su compañera de reparto, la bella rubia vegana Gwyneth Paltrow.

Johansson y Paltrow son dos de las protagonistas de la segunda parte de la película Iron Man y al parecer desde que comenzó el rodaje han compartido algo más que escenas.

Según ha revelado una fuente a la revista Star, las dos han estado haciendo ejercicio a diario con el entrenador personal de Gwyneth, Tracy Anderson, y Scarlett ha dejado de comer hidratos de carbono.

La decisión de la musa de Woody Allen, que ha sido protagonista de sus tres últimas películas -Match Point (2005), Scoop (2006) y Vicky Cristina Barcelona (2008)- viene por la presión de las nuevas actrices, según las revistas de cotilleo estadounidenses.

La diva, de 24 años, no quiere perder su puesto en la meca del cine y la competición con estas jóvenes le ha hecho tomar esta decisión, aunque sus fans reclamen en los foros de internet que la actriz mantenga su figura tal cual.

Johansson había dicho anteriormente que estaba contenta con sus curvas y no sentía ninguna presión para ponerse a dieta. "No necesito estar muy delgada para ser sexy", aseguró.

"Soy una chica con curvas, nunca voy ser una chica que mida 1,79 y pese 54 kilos, pero me siento afortunada de tener lo que tengo" dijo hace tiempo a la revista People.

Fuente: 20 minutos

07 abril 2009

La prueba sirve para identificar a los adolescentes en situación de riesgo

La psicóloga Pilar García relata cómo se enfrentó y venció a la anorexia, en una lucha sin cuartel que duró diez años «No eres dueña de tu mente; una parte de tí se propone levantarse, y no puedes»

El test de siluetas permite conocer el grado de distorsión que un adolescente tiene con su propio cuerpo. El material, una galería de imágenes que se acompaña de un examen clínico, se ha elaborado a partir del análisis de 1.956 encuestas a chavales de 13 a 18 años. El grado de salud se mide en función del número de saltos que hay entre la figura que le corresponde a uno y la que elige. Intente diseñar y mantener dietas adecuadas en la familia. La comida no es sólo el almuerzo, sino también el desayuno, la merienda y la cena.

No valore, ni ridiculice el cuerpo de sus hijos con frases como '¿Qué culo estás echando!' 'Te vas a poner como tu tía tal'. Esas burlas sobre el cuerpo cambiante de los adolescentes resultan nefastas.

Vigile reducciones de peso repentinas y largas visitas al báter.

El aislamiento en casa y de los amigos puede ser un aviso. Este alerta.

Tranquilícelos: 'Vas a tener la figura que a ti te guste, siempre y cuando tu alimentación sea sana'.

Un equipo de la Facultad de Psicología de San Sebastián, liderado por la profesora Carmen Maganto y por la investigadora Marisol Cruz, ha diseñado la primera prueba en España que permite diagnosticar de manera precoz el riesgo de un adolescente de sufrir un trastorno de la alimentación. El test de siluetas, como se denomina esta herramienta, está pensado para trabajar con chavales de 13 a 18 años y sirve para evaluar el grado de insatisfacción con su imagen corporal.

«Vivimos en una sociedad que valora la delgadez de las mujeres y la musculatura de los chavales», explica la psicóloga clínica Carmen Maganto, que ha dirigido la investigación. «Las chicas quieren un chico tipo Brad Pitt cuando era jovencito, un poco afeminado, pero musculoso; y ellos buscan seguir conservando ese aspecto dulce y femenino que gusta tanto a las adolescentes». Misión imposible. Los jóvenes tienden a verse más delgados de lo que son en realidad, y ellas, algo más gordas. En definitiva, nadie se ve bien. «Los problemas de imagen -resume la experta- son tremendos».

El test diseñado por el equipo investigador de la Facultad de Psicología donostiarra es un examen clínico, que consta de una serie de preguntas y un sistema de evaluación; y se acompaña de dos series de siluetas, una adaptada a la figura del hombre y otra a la de la mujer. La persona que se somete a la prueba elige el cuerpo que considera que más se corresponde con el suyo. En función de su respuesta, el especialista evalúa el grado de afección. Puesto en el mercado por Tea Ediciones, una firma especializada en la publicación de material psico-pedagógico, la prueba está pensada para su utilización por médicos, psicólogos y profesores.

El único método de diagnóstico hasta la publicación de esta herramienta ha venido siendo, según Maganto, la entrevista personal, que tiene el peligro de que «el adolescente puede mentir. Con este material, él no sabe dónde está el riesgo, no conoce la mecánica del test, por lo tanto elige lo que le parece».

Dieta para la comunión

Anorexia y bulimia son dos caras de un mismo problema de salud que afecta al 3% o 4% de la población adolescente y juvenil. La educación infantil, no sólo la de las escuelas, sino fundamentalmente la que se da a través de la familia, supone la principal arma de prevención para ambas patologías. «Un párroco me dijo que entre las niñas de su catequesis tenía tres a régimen con una dieta estricta, porque querían adelgazar para tener una talla determinada en el vestido de su Primera Comunión».

La especialista se queja de que muchos padres han delegado en los centros escolares responsabilidades que han de compartirse, entre las que figura la educación en una alimentación sana y equilibrada. Las comidas deben tener su tiempo y respetarse todas ellas. «Muchos niños cuentan que cenan 'de platas'. Los padres creen que con la comida del colegio es suficiente y para cenar les sacan lo más cómodo: jamón, chorizo, queso. Se hinchan de calorías a la noche, que es cuando más engordan». «Hoy he comido lentejas con morcilla, carne... y después me he tomado unas tostadas con chocolate». Pilar García Solache es una vitoriana de 45 años y 48 kilos, que llegó a quedarse en sólo 38. La anorexia le devoró hasta el punto de ponerla al borde de la muerte con la juventud recién estrenada. El pulso se prolongó diez años. «Todos los días me levantaba con el firme propósito de comer, pero no había manera. No era dueña de mi mente», relata la psicóloga, que hoy se pone al otro lado de su mesa para contar su propia historia. «Una parte de ti se propone hacerlo, pero luego te sientas frente al plato y no puedes. Es imposible. Lo mínimo que comiera, una manzana, un vaso de agua que tomara, lo vomitaba».

Un estudio de la Universidad de Barcelona dado a conocer este fin de semana revela que la mitad de los niños de 8 a 12 años tiene miedo a engordar, un dato que indica hasta qué punto influye en los pequeños el valor que los adultos damos a la imagen. Ese trabajo contiene otro dato no menos preocupante: el 46% de los chiquillos que están a dieta ni siquiera tiene sobrepeso. Pilar cuenta que su historia reventó a partir de un desamor. «Antes de que terminara la relación, ya había dejado de comer. No tenía ninguna gana de levantarme de la cama, ni de seguir adelante, ni de vivir»... Aunque su caída, en realidad, había comenzado mucho antes. «Con el tiempo descubres que hubo un detonante en un momento determinado, pero antes ocurrieron otro montón de cosas que te llevaron a ello».

La primera vez que dejó de comer tenía 12 años y ningún deseo de dejar atrás la niñez. «Empezaba a desarrollarme como mujer y la idea no me gustó. Quería tener el cuerpo de antes y, además, me aterrorizaban los chicos. No me sentía segura en ese mundo». Vestía «muy pija» y en vez de los libros de aventuras, piratas y princesas, le gustaba leer grandes biografías. Einstein, María Antonieta, Madame Curie...

Dice que era «un bicho raro» y, ciertamente, era completamente distinta a las chicas y chicos de su edad, que ejercían de adolescentes y se divertían fumando porros a escondidas. «Me sentía bastante desvinculada de todos ellos, porque no me identificaba con aquel mundo. Básicamente, no seguía al grupo». Aunque ella entonces no lo sabía, el aislamiento que, poco a poco, propició aquella situación se convirtió en el «caldo de cultivo» de su enfermedad.

Encerrada en casa

Buena estudiante y formal, una chica sin duda ideal para sus padres; y encima guapa, que se llevaba de calle a los chicos de su edad, no parece que pudiera tener motivos para caer en las garras de una patología mental. Pero, ¿quién está libre? «Me pasaba el día en casa, sin salir, en buena parte porque no tenía fuerzas para nada. Así que muchas veces ni siquiera llegaba al portal», relata.

Decidió estudiar Psicología para entenderse a sí misma y mientras duró la carrera, la situación permaneció controlada. Los primeros síntomas llegaron en segundo, cuando dejó de comer, pero todavía no de manera preocupante. Lo peor llegó más tarde. «Tuve tres años horribles. Estuve ingresada y los psquiatras le dijeron a mi madre que no sabían si iba a morir porque me veían muy mal».

«Aquello fue desastroso», recuerda. Al principio, el médico de cabecera le dijo a su madre que no había de qué preocuparse, que era una chica muy inteligente «y que las niñas así suelen ser un poco raras». Cuando estudió en la facultad qué era la anorexia descubrió la llave que abría la puerta de su salud. 'Trastorno de la alimentación caracterizado por una alteracion en el esquema corporal asociado a la pérdida del apetito o del deseo de ingerir alimentos', leyó. Y lo supo: «Fui a Urgencias en varias ocasiones, les explicaba que me sentía enganchada, que no era dueña de mi mente, que quería comer y no podía».

«Quiero ser como tú»

Durante largo tiempo, permaneció ingresada en la Unidad de Psiquiatría del hospital vizcaíno de Cruces. «Todo el mundo pensaba que una chica tan flaca como yo tenía que ser drogadicta, no anoréxica». Un día, se levantó y decidió enfrentarse a los rumores que le rodeaban, a los fantasmas que le atemorizaban y a la enfermedad que le atenazaba. Se propuso un solo reto: vivir.

«Me dije: 'no me voy a morir, voy a pelear'. Y me hice un programa que intentaba seguir unos días sí y muchos no. Sabía que lo importante era mantenerse firme. Hoy te has levantado y te has dicho que vas a comer, que no vas a vomitar. No lo has hecho, pero mañana seguirás intentándolo... El resto fueron años de caerse y volverse a levantar...».

Tampoco fue fácil. «Ten en cuenta que tienes 26 o 27 años, has terminado la carrera y tienes que trabajar, pero al principio no puedes. Le das miedo a la gente, tus amigos han desaparecido, algunos se han casado...». Pilar García Solache atiende en la actualidad una consulta de Psicología en la que ve de todo. Problemas de pareja, crisis de ansiedad, trastornos de alimentación. «Una niña de ocho años entró en mi consulta y me dijo: 'Pilar, yo quiero parecerme a ti'. '¿Por qué?', le pregunté. 'Porque no tienes las tetas caídas como mi madre', contestó».

Pilar ganó. Aunque algunas cosas nunca cambian. «Mi madre tiene ya más de 70 años y todavía su mayor preocupación es que coma. ¿Es una pesada!», dice con cariño. Pilar García Solache responde a un pequeño test.

-¿Cuál es la principal lección que aprendió de la enfermedad?

-Que hay que aprender a vivir.

A todos nos cuesta y, por lo visto, a unos más que a otros.

-¿Debería educarse a los niños en el valor de la alimentación?

-No se da a la comida la importancia que tiene. La gente la utiliza muy mal. Come cuando tiene un problema, la usa para llenar un vacío. Las madres de antes supieron darle otro valor.

-¿Cuál?

-No se trata de comer para subsistir, ni siquiera de algo físico, sino de una faceta más ociosa, la de disfrutar comiendo y compartiendo un plato.

-¿La comida es el único placer que dura hasta el final de la vida?

-Eso dicen. La primera vez que lo oí fue cuando no podía comer y me dije: '¿Dios mío, no me queda nada!'. Ja, ja, ja.

-¿Ha aprendido a hacerlo?

-Sí, claro, pero cuando tienes un trastorno de alimentación, no existe ningún tipo de placer. Ni comida, ni sexo, ni comprarte algo, ni sentirte guapa.

-¿Su mensaje para una paciente?

-Hoy todo puede parecer muy oscuro, pero se sale.

21 marzo 2009

Y la moda sigue en su mundo.



Así podemos ver a Victoria Beckham para la última campaña publicitaria de Armani, últimamente estoy más sensible con la hipocresía de nuestra sociedad, que alienta y fomenta determinados cánones estéticos mientras por otra parte cierra páginas y grupos en los que personas con trastornos de la alimentación hablan de sus problemas, o dicho de otro modo, ejercen su derecho a la libertad de expresión.

10 marzo 2009

Se halla prejuicio contra la obesidad entre los futuros dietistas

Un estudio reciente ha hallado que apenas el dos por ciento de los que se preparan para ser dietistas tienen actitudes positivas o neutrales hacia las personas obesas. El resto tiene prejuicios moderados contra sus pacientes prospectivos.


"En esencia, esto muestra que los dietistas futuros no son inmunes a los prejuicios sobre el peso y que hay actitudes negativas contra los pacientes obesos que podrían tener efectos negativos sobre la calidad de la atención", señaló Rebecca Puhl, autora líder del estudio y directora de investigación e iniciativas sobre la estigmatización del Centro de políticas alimentarias y obesidad Rudd de la Universidad de Yale.

La mayoría de los cerca de 200 estudiantes de dietética que participaron en el estudio tenía percepciones peyorativas sobre el atractivo, el autocontrol, el exceso de comida, la inseguridad y la autoestima de las personas obesas. También consideraron que las personas obesas tenían menos probabilidades que las que no lo eran de cumplir con las recomendaciones de tratamiento. Los hallazgos fueron publicados en la edición de marzo de la revista Journal of the American Dietetic Association.

Sin embargo, los estudiantes no están solos en sus creencias y comparten sus prejuicios con otros proveedores de atención de la salud, aseguró Puhl, y agregó que otros estudios han demostrado que muchos profesionales de la salud tienen percepciones negativas sobre los pacientes que tienen exceso de peso. Los pacientes han informado sobre "muchísimos ejemplos de proveedores que realmente hacen comentarios estereotipados que sugieren que están haciendo suposiciones sobre el carácter, la inteligencia o las capacidades de un paciente por su peso", dijo.

Entre otras señales de insensibilidad profesional, según Puhl, se encuentran pesar a los pacientes obesos en básculas de carga porque las de su consultorio no soportan su peso y no tener brazaletes suficientemente grandes para tomar la presión arterial a un paciente pesado.

Aseguró que las actitudes expresadas por los estudiantes de dietética del estudio muestran una falta de apreciación de lo difícil que es perder peso y de los factores biológicos involucrados. Además, el mensaje de que la obesidad es el resultado de la falta de autocontrol ignora la creciente evidencia científica de que es difícil perder peso y mantener el nuevo peso durante un período largo de tiempo, dijo.

"La mayoría de la gente, cuando entra al consultorio, ya ha intentado perder peso y, lo que es más probable, lo ha perdido y lo ha vuelto a recuperar", aseguró Puhl. "Yo creo que una mejor comprensión y apreciación de la complejidad y la dificultad de la pérdida del peso son necesarias para reducir la estigmatización".

Los 182 estudiantes que completaron el estudio provenían de 14 universidades y habían estado inscritos en un programa de grado en dietética durante unos dos años. La edad promedio era 23 años, el 92 por ciento eran mujeres y el 85 por ciento eran blancos.

Los investigadores les pidieron a los estudiantes que respondieran preguntas sobre un hombre y una mujer de peso normal y otros obesos. Se les preguntó si esas personas compartían las mismas características de salud, sin contar el peso.

El Dr. Nicholas H.E. Mezitis, profesor asistente de medicina clínica y nutrición del Colegio de médicos y cirujanos de la Universidad de Columbia, aseguró que los hallazgos podrían ser engañosos por la pequeña cantidad de estudiantes de las minorías y la predominancia de mujeres blancas entre los participantes. "Si se acude a comunidades étnicas, por ejemplo a la población negra, tienen percepciones distintas", dijo. En algunos grupos, explicó, ser delgado podría no ser considerado algo deseable.

"También tenemos que tener en cuenta que mucho de lo que estos estudiantes leen en las revistas, los lleva al otro extremo", advirtió Mezitis. "Lo deseable es lo muy delgado y... estos pacientes [obesos] están en el extremo opuesto".

Lona Sandon, vocera de la American Dietetic Association, agregó que los mentores de los estudiantes deben ofrecer modelos de rol positivos. "Si los mentores reflejan prejuicios por el peso, es probable que los estudiantes también", dijo. "Además, las propias actitudes sobre la imagen corporal podría influir sobre las actitudes hacia el peso de otros".

El estudio recomienda agregar la reducción de la estigmatización al programa de estudios estándar de dietética.


Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare

12 febrero 2009

¿Podría llegar la anorexia a la Fórmula 1 esta temporada?


Lanzo la pregunta al aire. Es evidente que en la competición del motor, el peso y reducir las masas es importantísimo. Suponen reducir notablemente inercias en el bólido – sea coche o moto -, esfuerzo y castigo a los neumáticos, y gracias a la mayor ligereza ganar unas centésimas e incluso décimas preciosas en cada aceleración, frenada, paso por curva o ganar en una recta unos km/h más que la competencia. Esta temporada es innegable que los F1 que vayan a usar el KERS o tengan previsto introducirlo más adelante, tendrán ahí un sistema que si bien les aportará durante unos segundos a voluntad una potencia extra, también conlleva un sobrepeso extra.

Por ello ya supimos de casos como el de Fernando Alonso, que perderá unos kilitos para favorecer el peso total del conjunto coche-piloto. Y así contrarrestar ese lastre que supondrá el KERS, esté en uso o simplemente en standby recargando sus baterías. Hoy leo a través de The F1 que Sebastien Buemi también se suma a la causa para perder 5 kilos. Lo que ya me alerta es que, el joven rookie no es precisamente una mole por complexión corporal.

Quiero pensar, que el control médico en la F1, que es tan exhaustivo y está tan controlado, sigue siendo igual. Preservando siempre, para propia seguridad de la salud de los pilotos un margen más o menos generoso en exceso que no acercándose peligrosamente a la línea de casi lo justo en el tema del peso de una persona. Entiendo que en un F1, 5 kg puede ser una ventaja – se habla de que por cada 10 kilos más, son 4 décimas que invierten de más en cada vuelta -. Pero en una persona, sobre todo de complexión delgada como Buemi, 5 kg también es una importante bajada de peso.

No quiero ser tremendista, ni mucho menos sensacionalista con este artículo. Pero si algo tengo muy claro es que con la salud no se juega. También tengo claro que cada uno con la suya hará lo que le plazca, faltaría más. Pero no me gustaría ver una nueva fama en esta competición – y las que se sumaran – con pilotos acercándose peligrosamente a la anorexia por arañar unas míseras décimas de segundo al crono por vuelta. No compensa si llegamos al extremo.

Que un piloto es evidente que debe estar en forma sí, pero siempre, siempre, se ha jugado con la distribución de pesos. Incluso ha habido casos de pilotos excepcionalmente competitivos en diversas categorías que respecto a sus rivales tiraban por tierra ciertos ideales de física o aerodinámica, estudiando compensar las supuestas carencias en otras zonas. Bien con pilotaje, bien con puesta a punto, estrategia en carrera o ambas cosas. E incluso en ocasiones sacando provecho de su lastre físico. Tanto si por complexión natural es este lastre por exceso, o por defecto.

Por no hablar de lo que una bajada de peso, que ahora puede verse como tolerable, pueda ocasionar en situaciones puntuales. Supongamos un piloto que se lo haya currado por ganar esos 5 o 10 kilos menos por su parte para el conjunto coche-piloto estando ya anteriormente en un peso muy ideal y saludable. Situémonos en un GP peculiar, como Bahrein o Sepang con sus altas temperaturas. Bebidas isotónicas en cantidad, riquísimas en sales minerales, para prevenir la deshidratación. Pues si un piloto se ha acercado demasiado, consciente o inconscientemente, a la delgada línea entre tener un peso ideal con cierto margen de beneficio para el cuerpo, puede ser más proclive a sufrir un desvanecimiento durante esas carreras a unos 50º de temperatura en el habitáculo si no más.

Mejor no pienso en las consecuencias que pueda haber, pero sin duda este tipo de situaciones son las preferidas de nuestro amigo Murphy. Por no hablar si se les ocurre para sortear estas probabilidades la idea de unos meses antes, que el piloto gane esos kilitos de nuevo, que posteriormente los vuelva a perder… encarecidamente pido desde éste humilde post de opinión que no se juegue con la salud. Puesto que en éste campo los humanos también somos proclives a meter la pata cuando menos nos lo esperamos.

Que una cosa es mantener un peso ideal, y buscar reducir el peso del coche – una máquina al fin y al cabo – a la mínima expresión según el reglamento, así como la decisión de una persona de que se la puede jugar estrellándose a mucho más de 120 km/h, y otra cosa es intentar llevar más al límite por lo mínimo a la naturaleza. Demasiado exprimir para 5-10 kilos de más o de menos, en una máquina de apenas 700 kg, 800 CV y estudiada para una eficacia a alta velocidad brutal.

Fuente: racingpasion.com

29 enero 2009

Lindsay Lohan asusta con su dramática pérdida de peso

Después de haber sido sorprendida con un misterioso vestigio de polvo blanco en la nariz, la actriz Lindsay Lohan está cada día más delgada.
Ella ya padeció de anorexia en el pasado, sin embargo se rumorea que pudo haber regresado con los problemas alimenticios, además de las drogas.
Historia continua abajo

El papá de la actriz, Michael Lohan, con quien ella no lleva ninguna relación, está nuevamente preocupado con su nueva apariencia, y según dicen, está tratando de volver a acercarse a su hija famosa.

Cabe destacar que desde que LiLo empezó a salir con la DJ inglesa Samantha Ronson, Michael ya externó su opinión en el sentido de que Ronson no es buena compañía para la actriz

Desde el mes de octubre de 2008 empezaron a circular comentarios sobre su dieta, cuando fue a la entrega de los premios MTV.
En ese momento 'corrió' el rumor que LiLo se alimentaba únicamente con sushi, vegetales y té.




28 enero 2009

La autoprohibición de consumir determinados alimentos provoca ansia por la comida

Investigadoras de la Universidad de Granada y de la Universidad de Jaén han estudiado las causas psicológicas y fisiológicas responsables del ansia por lo que comemos, entendida como un impulso irresistible de comer un determinado tipo de alimentos. En el libro ¿Qué es el ansia por la comida? se profundiza en las causas psicológicas y fisiológicas responsables de este fenómeno.



GRANADA.- Un grupo de investigadoras de las Universidades de Granada y Jaén han estudiado las causas psicológicas y fisiológicas responsables del ansia por la comida, entendida como un impulso irresistible de comer un determinado tipo de alimentos (dulces, chocolates, helados, frutos secos, etc.).

Los resultados de varios estudios, realizados por las profesoras Silvia Moreno Domínguez (Universidad de Jaén), Sonia Rodríguez-Ruíz ( Universidad de Granada ) y Mª Carmen Fernández-Santaella (Universidad de Granada) han sido recogidos en el monográfico ¿Qué es el ansia por la comida? .

Preguntan las autoras: "Cuando comes algo que deseas mucho, ¿te sientes culpable? ¿Sientes fuertes deseos de comer cuando estás aburrido/a, enfadado/a, estresado/a o triste? Si empiezas a comer algún alimento en particular que te gusta mucho, ¿tienes verdaderos problemas para parar de comer?" Si el sujeto responde afirmativamente a estas preguntas y considera que esto es algo que le ocurre con demasiada frecuencia, podría estar experimentando ansia por la comida.

En ¿Qué es el ansia por la comida? las investigadoras profundizan en las causas psicológicas y fisiológicas responsables de este fenómeno, a partir de una serie de estudios realizados en la Universidad de Granada con distinto tipo de poblaciones (personas sanas, personas con riesgo de padecer trastornos de la alimentación y personas con bulimia nerviosa). Los resultados encontrados demuestran que, cuando las personas se prohíben a sí mismas consumir ciertos alimentos porque, por ejemplo, piensan que les hacen engordar, aparece el ansia por la comida como reflejo del conflicto entre "poder" y "no querer" comer.

Cuidado con los "atracones"

"Pero no sólo la restricción alimentaria o la realización de dietas puede disparar el ansia por la comida -comentan las autoras de este libro-: también hemos encontrado que las emociones negativas pueden llevar a consumir una cantidad excesiva de alimentos en un corto espacio de tiempo, con sensación de pérdida de control: es lo que conocemos como atracones". Es posible afirmar, por tanto, que la restricción alimentaria y los estados de ánimo negativos (por ejemplo, la ansiedad, la tristeza, la frustración, el estrés…) muchas veces "van asociados a una forma de alimentación que podríamos denominar emocional y patológica".

El trabajo expone de forma sencilla y rigurosa el origen del término "ansia por la comida", así como sus características fundamentales. También se hace un recorrido extenso por las diferentes teorías explicativas del ansia por la comida, analizando el papel negativo de las dietas restrictivas en este ámbito y se describen los métodos de que se dispone actualmente para poder medir el fenómeno.

Las autoras también abordan las poblaciones en las que el ansia por la comida se manifiesta de una manera especial, por ejemplo, personas deprimidas, personas obesas o personas que padecen anorexia o bulimia nerviosa. "También menos analizado –informan las investigadoras- la experiencia del ansia por el chocolate, considerada por algunas personas como una conducta adictiva".

Se trata, por tanto, "de un libro que recoge los conocimientos existentes en la actualidad, tanto a nivel clínico como experimental, sobre una de las experiencias más comunes en la población general: el ansia por la comida".

Fuente: http://www.teleprensa.es/

26 enero 2009

Kate Winslet: "Me siento gorda e infeliz comparada con otras actrices de Hollywood"


La estrella de cine británica Kate Winslet asegura sentirse “poco atractiva y gorda” en comparación con otras actrices de Hollywood.

La protagonista de películas como Titanic, de 33 años y madre de dos hijos, confiesa al rotativo británico Sunday Express Magazine sus desventuras con su físico, que le han hecho sentirse muchas veces “infeliz y desafortunada”.

Tan sólo el éxito, reconoce, puede “llegar a hacerte sentir mejor uno mismo”. El orgullo del “trabajo bien hecho”, asegura.

A pesar de sus tribulaciones respecto a su imagen, la actriz asegura "no verse demasiado mal a pesar de haber dado a luz dos críos”. Y hace una recomendación a las mujeres: “No sentir la presión de compararse con actrices o cantantes”.

La actriz, no obstante sus sentimientos encontrados respecto de su figura, ha asegurado que se sintió muy segura durante el rodaje de la película The Reader, dirigida por su marido Sam Mendes, y en la cual interpreta una escena de un desnudo en pantalla.

25 enero 2009

¡Auxilio, no dejo de comer!

La alimentación compulsiva es una condición frecuente, pero ignorada, y generalmente quienes sufren este problema son señalados como tragones sin voluntad para controlar su apetito, sin tomar en cuenta que su problema es, más bien, psicológico y emocional.

Mi amigo Ricardo es un tipo inteligente, sencillo, de buen corazón y no te deja solo. Casi nadie fue a mi fiesta de cumpleaños, pero ahí estaba él, pregonando con su sonrisa franca que se la estaba pasando muy bien, haciéndole plática al borrachín de mi vecino y diciéndole a mi tío que le prestara sus aburridos vinilos de Frank Pourcel, porque se le ocurrió hacer con ellos una mezcla en sus osadas tornamesas.

A pesar de esas cualidades, hay algo más que lo hace inconfundible: su peso. “Mi tamaño es reflejo de mi alma”, comentó una vez con humor, haciéndose el fuerte mientras se burlaban de él y le colgaban apodos como Keiko, Ñoño o Porky. Se notó que le dolía y trataba de esconderse en sus pantalones y camisas holgadas.

Hace varias semanas se le veía triste y, aunque le pregunté si podía ayudarle en algo, no me dijo nada. “No te preocupes, bro; el capitán Yuri Gagarin —tal es su apodo de Dj— está en una misión especial, dándole la vuelta a algo muy gruexo que se llama planeta Tierra, pero volverá”, me explicó en forma extravagante.

Para mi sorpresa, Maru, su novia, me platicó que también estaba preocupada, que casi no había visto a “su gordo” en los últimos días y que lo notaba deprimido. Como broma, le dijo a Ricardo por teléfono que si no le estaba “pintando el cuerno” con una niña que le hace ojitos en la facultad, y él le contestó con la voz entrecortada: “¡No, amor, nunca te haría eso! Además, como parezco tambo, nadie se fija en mí”.
Antes de sentirme mal por lo que oía, lo único que se me ocurrió fue sugerirle que buscáramos algo en Internet, para ver si lo podíamos ayudar. “Ya lo hice —me dijo con ojos de Remi—, llevo una semana leyendo páginas y mira lo que encontré”.

Me enseñó información de la página de una clínica de trastornos alimenticios en donde se leía: “Las personas que sufren de comer compulsivamente con frecuencia se identifican con su peso, talla corporal y patrones alimentarios. Característicamente experimentan intensos sentimientos de vergüenza y culpa, y tratan de ocultar sus problemas mediante el aislamiento, usan ropa de tallas más grandes para no mostrar exactamente su talla y comen a escondidas”.

Continué leyendo y conforme avanzaba pensé que Maru tal vez exageraba. ¿Ricardo un comedor compulsivo? ¿Qué no sólo es un poco glotón? “Por favor —pidió ella—, sólo quiero pedirte que me acompañes a la clínica a preguntar; tú lo conoces, te estima mucho, y sé que no te reirías de él. Ayúdame a salir de la duda”.

NO SÓLO ES APETITO

Llegamos a mediodía al Centro Interdisciplinas Cognitivo Conductuales, localizado en Polanco (Ciudad de México), donde pudimos conversar con la psicóloga Claudia González Martínez, quien es directora de la subclínica Karuna, especializada en trastornos de la alimentación.

Ni tarda ni perezosa, Maru le comentó a grandes rasgos el caso de Ricardo. En cuanto terminó, le expliqué a la maestra González que, en mi opinión, Ricardo era tal vez un poco tragón, pero que igual me pasaba a mí en época de exámenes, y que entonces yo también podría ser un comedor compulsivo.

Ella nos aclaró que, generalmente, “el término se maneja en forma errónea y muchos consideran que son comedores compulsivos porque tienen especial apetito por algo, como dulces, pan o algo calórico, o por su nula habilidad para medirse con la comida. También se usa el término cuando alguien come por nerviosismo, pero no es preciso”.

Así, nos explicó que un comedor compulsivo es alguien que tiene una serie de funciones y actividades en torno a la comida, y que relaciona a ésta con un manejo erróneo de emociones. “En realidad —ahondó— un comedor compulsivo tiene exceso de alimentación constante y en el día a día presenta 1 ó 2 episodios en los que come cantidades que para cualquier otra persona serían francamente desmedidas”.

Y hay algo muy peculiar: “Los pacientes nos reportan que parece que entran en trance cuando están en contacto con la comida, como si tuvieran una laguna mental y volvieran a conectarse al terminar. Pocas veces pueden decir qué se comieron y cuánto, salvo que recuerden que tenían una caja de galletas nuevecita y no queda una sola”.

Maru se veía un poco decaída, pero asentía con la cabeza y, para mi sorpresa, murmuró que tenía sospechas de que Ricardo hacía eso. Luego le preguntó sobre la actitud triste y melancólica que “su gordo” había tenido en los últimos días, y a ello le contestó la psicóloga que, por desgracia, la gente que come descontroladamente está muy devaluada en lo emocional, se oculta, se viste como “casa de campaña” y tiene problemas para desenvolverse en su entorno social.

En el caso de “adolescentes y jóvenes que cursan secundaria, preparatoria y los primeros años de la universidad, están en un proceso de definir su identidad, tratan de encajar socialmente y de probar que son atractivos, y se comparan con sus compañeros. Ahí viene el problemón, porque sólo se les acepta como ‘el gordito simpático’ que es chistoso y es objeto de burla, o como persona obesa rechazada y hostil”.

También aclaró que ni todos los obesos son comedores compulsivos, ni todos los comedores compulsivos son obesos. Hay quienes a veces se dan cuenta de lo que comen y se provocan el vómito o se la pasan tomando pastillas para bajar de peso, laxantes (aceleran el tránsito intestinal) y diuréticos (estimulan la emisión de orina), de modo que se confunde con otro trastorno alimenticio, la bulimia, y por eso existen algunos pocos casos en que no hay sobrepeso.

06 enero 2009

La bulimia se asocia con una alteración en las áreas cerebrales que controlan la impulsividad, según estudio.

(EUROPA PRESS)

La bulimia se asocia con una alteración en las áreas cerebrales que controlan la impulsividad, según sugiere un estudio de la Universidad de Columbia y el Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York en Estados Unidos que se publica en la revista 'Archives of General Psychiatry'.

Los resultados de la investigación muestran que las mujeres con bulimia nerviosa responden más impulsivamente en pruebas psicológicas que aquellas sin trastornos de la alimentación. Los escáneres cerebrales que se realizó a las mujeres que participaron en estos ensayos muestran diferencias en áreas responsables de la regulación de la conducta.

La bulimia nerviosa a menudo comienza en la adolescencia o en los primeros años de vida adulta, afecta sobre todo a mujeres y se caracteriza por episodios recurrentes de consumo masivo de alimentos seguidos por vómitos auto-inducidos u otras conductas compensatorias para evitar el aumento de peso.

Los autores explican que determinados mecanismos entre las células nerviosas, conocidos como circuitos frontoestriales controlan las conductas voluntarias. Estas funciones se evalúan durante la tarea denominada de Incompatibilidad Espacial Simón, en la que los participantes deben indicar la dirección a la que apunta una flecha con independencia de si aparece en la pantalla.

La tarea es más fácil cuando la dirección de la flecha se corresponde con el lado de la pantalla y más difícil si por ejemplo apunta hacia la izquierda mientras aparece en la parte derecha de la pantalla. Ignorar la parte de la pantalla y centrarse en la dirección de la flecha requiere una regulación de la conducta al combatir la tendencia de responder de forma automática y resolver los mensajes conflictivos.

Los investigadores, dirigidos por Rachel Marsh, compararon los resultados en esta tarea de 20 mujeres con bulimia nerviosa con los de 20 mujeres sanas que sirvieron como controles. Las participantes realizaron la prueba mientras pasaban por imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf).

Según los autores del estudio, los pacientes con bulimia nerviosa mostraban una mayor impulsividad que los controles, respondían más rápido y cometían más errores en los casos contradictorios que requerían un control auto-regulador para responder correctamente. Cuando las pacientes con bulimia respondían correctamente en estos momentos en que la dirección de la flecha y el lado de la pantalla en que aparecía se contradecían, sus circuitos frontoestriales no se activaban en el mismo grado que en las mujeres control.

Los resultados sugieren que las personas con bulimia nerviosa no activan de forma adecuada sus circuitos frontoestriales quizás contribuyendo a respuestas impulsivas ante estímulos conflictivos que suelen requerir de la activación de este circuito y una auto-regulación para responder de forma correcta.

Los autores creen que esta incapacidad para enlazar los sistemas frontoestriales también contribuye a su incapacidad para regular el consumo masivo de alimentos y otras conductas impulsivas.