22 junio 2006

Un nuevo sistema de mensajería instantánea ayuda a los enfermos de anorexia y bulimia

La asociación Protégeles utiliza el programa 'messenger' para resolver dudas y compartir problemas La iniciativa tecnológica partió de las propias jóvenes
MARTA VILLALBA/MADRID

El sistema permite una relación personalizada con cada paciente.


Intercambiarse el número de teléfono ya no se lleva. Ahora para estar en la onda (juvenil) lo suyo es dar la dirección del 'messenger', que es la herramienta de comunicación de los jóvenes españoles por excelencia (con permiso del móvil).

La organización Protégeles, defensora de los menores, así lo ha hecho, al integrar esta vía de comunicación en su particular cruzada contra la anorexia y la bulimia. El resultado es que el 'messenger' es un medio de comunicación muy efectivo para ayudar a niñas y adolescentes que están en ciernes de desarrollar esta patología o ya lo han hecho.

La ONG comenzó (a principios de año) a utilizar la mensajería instantánea para comunicarse con las jóvenes con trastornos en la conducta alimentaria (TCA) porque ellas lo demandaron. En la actualidad, cuatrocientas chicas, el 75 por ciento de ellas menores de edad y el resto universitarias, prefieren este canal para resolver sus dudas o contarle sus problemas a los especialistas de Protégeles. La mitad son españolas. A cada una se le asigna un psicólogo, que le atiende en tiempo real siempre que ella lo necesite. «El 'messenger' permite dar una atención personalizada, en tiempo real y a diario.

Además, la comunicación es anónima, privada y gratuita», cuenta Guillermo Cánovas, presidente de Protégeles. La consecuencia de todo esto es que las niñas y adolescentes se sinceran con su psicólogo mucho más que utilizando cualquier otra vía de comunicación, lo que permite profundizar en su problema. «Proporcionan la información que ellas quieren. Nosotros les hacemos una ficha y vamos apuntando los datos que ellas dan», explica Cánovas.Evitaron un suicidioLas jóvenes dan detalles de su vida (casi sin darse cuenta, como lo harían conversando con una amiga), que en un momento dado pueden ser vitales.

Así sucedió cuando la despedida de una de las jóvenes hizo sospechar a su psicóloga que lo que podría estar diciendo era que se iba para siempre. Datos que la menor había facilitado, como su edad, su nombre y el de la localidad donde residía, «afortunadamente una ciudad sólo con 25.000 habitantes», señala Cánovas, fueron suficientes para «encontrarla en el colegio, hablar con ella y con los padres y evitar su suicidio».Es más, «aportan información que normalmente no dan por otros medios», cuenta Teresa González, del equipo de seis psicólogos de la organización, a raíz de su experiencia con una adolescente que un día le contó que habían abusado de ella. «Era la primera vez que la menor se lo decía a alguien.

Cuanta más información se tenga de la persona, puedes tratar muchos más aspectos». Las que tienen 'webcam' cuando quieren la utilizan, visión que sirve también para el trabajo de evaluación de los especialistas.El programa se incorporó al servicio de atención de Protégeles en enero. Fue hace dos años cuando la ONG abrió esta línea de ayuda a través de Internet para personas con TCA, con el correo electrónico como medio de «hablar» con ellas. Además, crearon dos páginas web, www.anaymia.com y www.masqueunaimagen.com.

12 junio 2006

«A los anoréxicos y bulímicos les cuesta procesar sus emociones»

ENTREVISTA.
Alberto Espina Eizaguirre, coordinador de la unidad de salud mental infanto-juvenil del hospital marítimo (Clínico)

El psiquiatra afirma que el futuro hospital de día de su unidad evitará muchos ingresos hospitalarios. Insiste en que en estos casos "no hay nada que hacer" sin la colaboración de los padres

CARMEN L. CUETO. MÁLAGA
Desde hace tres años el prestigioso psiquiatra vasco dirige la unidad de atención mental para jóvenes y niños que el Hospital Clínico Virgen de la Victoria tiene en Torremolinos. Muchos adolescentes afectados por trastornos de la alimentación (los más conocidos son la anorexia y la bulimia) pasan al año por su consulta. En 2005 fueron 69.-¿Es más complicado abordar los trastornos alimenticios que otras patologías mentales?-El trastorno en la alimentación es sólo un aspecto de la enfermedad tras la que conviven varios más de índole mental. Los problemas con la comida van sumados a los trastornos depresivos y de ansiedad y en muchas ocasiones se producen también trastornos obsesivos.

No debemos tampoco olvidar que la falta de comida provoca alteraciones psicológicas. El problema de estos casos radica en la complejidad de su abordaje integral y en el riesgo, siempre latente, de que el paciente puede perder la vida. -Las situaciones más conocidas son la anorexia y la bulimia. Se puede decir que una es peor o mejor que la otra.-Son diferentes. La bulimia tiene un mayor riesgo de cronificación, por falta de detección y, de hecho, esta patología es más fácil de ocultar. La pérdida de peso de la anorexia la hace muy evidente.

De hecho, la anorexia restrictiva (caracterizada por dejar de comer) es muy dramática, sus efectos asustan mucho, pero conlleva menos trastornos de la personalidad. Psicopatológicamente hablando la anorexia purgativa (no comer y vomitar) es más grave. Asimismo, se ha determinado que en el 33% de los casos de bulimia es posible detectar abusos sexuales durante la infancia y que en un tercio de los casos de esta enfermedad subyacen trastornos límites de la personalidad que llevan a conductas de riesgo con el alcohol, las drogas o la sexualidad.-El 98% de los pacientes con estos problemas son mujeres.

¿Por qué está tan feminizadas estas situaciones? -En nuestra sociedad se lanzan con persistencia varios mensajes. El primero es que la delgadez triunfa y el segundo es que el hombre vale por lo que es y la mujer por lo que parece. Ese bombardeo es continuo y las mujeres son más vulnerables a él en ciertos momentos de su vida en los que procesa la información como: `si mi apariencia no es la adecuada, yo no soy adecuada´. A ello se suman situaciones familiares y sociales concretas, un bajo autoconcepto de uno mismo, un principio de depresión e incluso podría haber algún factor genético que aún desconocemos.

Pero es la presión social la que más favorece la caída en ese trastorno y no en otro.-¿Pero qué motivos psicológicos pueden actuar como detonante?-Hay algunos rasgos. Se estima que que el 70% de los pacientes con trastornos alimenticios sufre alexitinia, es decir, dificultad para procesar el mundo emocional, para expresar verbalmente sus sentimientos, los cuales se acaban manifestando mediante conflictos con su cuerpo, como los trastornos de la alimentación. Por ello, es imprescindible contar con la colaboración de los padres, para ayudarles también a ellos a adentrarse en el mundo de las emociones compartidas.

Conforme se trabaja ese ámbito con los niños ellos mismos van descubriendo sus conflictos psicológicos y aprenden a manejarlos.-¿Y suelen colaborar los padres en los tratamientos? -En general sí lo hacen, porque de eso depende la recuperación de sus hijos. Sin la colaboración de los padres, no hay nada que hacer.-La presión que generan problemas como estos debe ser muy fuerte. ¿Cómo afectan estas situaciones a los entornos familiares? -La carga es, en efecto, incluso excesiva. Hemos comprobado que prácticamente el 60% de las madres (las principales cuidadoras de los enfermos crónicos en los hogares) llegan a presentar trastornos de ansiedad cuando surgen situaciones así en sus hogares.-¿El proceso de recuperación suele ser muy largo? ¿Y es exitoso?-Los tratamientos hacen que remitan los síntomas y la paciente pueda hacer vida normal. En general, englobando todas las situaciones, podemos decir que el tratamiento puede ser de seis meses o de tres años.-

Al servicio que brinda el Hospital Marítimo de Torremolinos le falta el de hospital de día, cuya puesta en marcha ha sido anunciada por la Consejería. ¿Cuál es su valor terapéutico? -El hospital de día podría evitar muchos ingresos hospitalarios. Se estima que dispondrá de 15 a 10 plazas y tendrá prácticamente tratamiento durante todo el día. Ahora ofrecemos tratamiento en talleres durante dos o tres horas diarias, pero el hospital permitirá a los afectados comer aquí, desarrollar tratamientos intensivos y crear programas nuevos, como terapia de masaje destinada a sentir el cuerpo como algo bueno.

04 junio 2006

Una investigación encuentra un vínculo entre la violencia y los trastornos alimentarios.

DESPUÉS DEL SECUESTRO de Ana María, la segunda hija de 12 años, la familia decidió trasladarse a España. Las cosas no mejoraron para ella, y ocho meses después comenzó a tener síntomas de anorexia y a rasgarse la piel con las uñas o los objetos que encontrara a su alcance. La familia regresó a Colombia seis años más tarde, cuando la situación de Ana María ya era crónica. Las psiquiatras que la atendieron en el programa Equilibrio, de Bogotá, encontraron su cuerpo en los huesos y lleno de cicatrices.

Desde hacía un tiempo, las expertas de la institución venían atendiendo mujeres y hombres cuyos trastornos alimentarios -anorexia, bulimia o atracones- estaban precedidos de eventos traumáticos como abusos físicos, secuestros, boleteos, homicidios contra familiares, amenazas o desplazamientos forzosos. La idea según la cual estos trastornos tienen un alto componente de vanidad o excesiva exigencia personal quedaba en entredicho. Más aún, la revisión de los datos de la institución reveló que cuando se intentaba frenar estos casos con tratamientos habituales, la tasa de éxito era más baja.

Equilibrio hizo seguimiento a 160 mujeres, y los avances de su estudio serán presentados esta semana en Barcelona, España, durante la reunión anual de la Academia para los Trastornos Alimentarios. Para los expertos internacionales el trabajo ha resultado llamativo en cuanto plantea causas poco documentadas de estas alteraciones y en personas que no necesariamente son adolescentes, sino también mayores de 30 y niñas que no se han desarrollado.
El hallazgo ha llevado a plantear nuevas estrategias de tratamiento. "Desarrollamos un modelo distinto, con énfasis en el manejo del trauma -dice la psiquiatra Maritza Rodríguez, autora principal del estudio-. Esto consiste en identificar las experiencias anteriores a la aparición de los síntomas y trabajar con alguien que se siente víctima". Según la especialista, identificar tempranamente las raíces del problema permite una intervención oportuna -incluso en el ámbito familiar- y resultados más rápidos.


Siempre víctimas

Las personas que han vivido experiencias traumáticas suelen considerar que merecen ser blanco de agresiones y adoptan comportamientos que buscan revivir esos momentos. "Dejar de comer es una forma de torturarse, es volverse a victimizar -añade Rodríguez-. La persona busca una expiación mediante el ayuno, las purgas o los vómitos. Se castiga para poder aislarse, para no tener cuerpo porque considera que el cuerpo es un peligro".
De esta manera, el castigo autoinfligido se vuelve una especie de alivio porque le da sentido al dolor emocional. Sin embargo, es un dolor sobre el que la persona tiene dominio, como era el caso de Ana María. Después del secuestro y el exilio, se sentía sin piso y sin raíces, pues había perdido su entorno seguro. La anorexia que desarrolló era entonces un mecanismo con el que pretendía tener control de su desesperanza.


Adiós estigmas

El estudio de Equilibrio resulta oportuno, pues el desconocimiento de las dolencias y la falta de evidencia sobre la eficacia de muchos tratamientos son considerables. Justamente, uno de los propósitos del encuentro en Barcelona es el lanzamiento de un capítulo mundial para la acción en los trastornos alimentarios, mediante el cual se busca mejorar la información, velar por el acceso de estos pacientes a tratamientos adecuados, acabar con el estigma de la enfermedad y erradicar creencias como que la gente elige su alteración por voluntad propia.

Por eso Juanita Gempeler, codirectora del programa Equilibrio y autora principal del modelo de intervención, afirma: "Hay una corriente que cree que estas conductas son moda, que las niñas que las padecen son superficiales. Pero lo cierto es que tienen bases biológicas y el ambiente social termina por desencadenarlas". Y como concluyeron las autoras del estudio, la violencia local juega un papel nada despreciable para que así ocurra.

Tres tristes trastornos


ANOREXIA. Es el rechazo a mantener un peso normal para la talla y la edad. Se presenta una distorsión de la imagen corporal y una negación de la situación nutricional real. El paciente se impone un consumo cada vez menor de alimentos o se induce el vomito o abusa de laxantes, diuréticos o píldoras adelgazantes.
BULIMIA. Se caracteriza por comilonas en las que hay pérdida de control sobre el comportamiento, seguida de sentimientos de culpa y actos compensatorios como el vómito autoinducido o el abuso de laxantes, diuréticos o píldoras adelgazantes. En la bulimia el peso suele estar normal y en ocasiones un poco elevado.
TRASTORNO POR ATRACONES. Se diferencia de la bulimia en que el paciente no realiza actos compensatorios después de las comilonas.

03 junio 2006

¿Fobia a las verduras y a las frutas?

No es tan normal como parece. Si sus niños rechazan la mayoría de alimentos pueden sufrir de neofobia.

Si a pesar de insistir en que su hijo coma ciertos alimentos, de perseguirlo por toda la casa con una cuchara detrás y de camuflarlos en diferentes preparaciones, él no acepta más que salchichas, maíz y leche, empiece a preocuparse. Puede sufrir de una patología nueva en los niños que se conoce como neofobia y se define por el rechazo absoluto a determinadas comidas. Así define este trastorno la nutricionista Adriana Botero quien sostiene que se caracteriza por la preferencia de dos o tres alimentos y la resistencia a las otras gamas de nutrientes.

El problema es la causa de más de un dolor de cabeza en los padres que los tildan de caprichosos y malcriados, sin darse cuenta que, en ocasiones, son ellos quienes fomentan esos comportamientos.

"Cuando se hace un proceso de introducción a la alimentación complementaria, a partir de los cuatro meses, hay dos corrientes: unos empiezan con los cereales y otros con las frutas, luego las verduras, las harinas y las sopas, junto con las proteínas. Así, poco a poco se van creando los parámetros de acondicionamiento de alimentación del niño. Ese es el momento que las mamás deben aprovechar y no dejarlos al cuidado de otras personas que no lo hacen con dedicación. Para algunos es más fácil darles un jugo de caja y un alimento de paquete que prepararles la comida. Ahí nacen algunas de las fobias".

MOMENTOS CRÍTICOS

Uno de los momentos cruciales en la alimentación del bebé es cuando deja la leche materna. Y si el primer alimento que prueba es una fruta, obviamente va a tener una reacción porque se trata de un sabor nuevo, distinto del que venía manejando durante los primeros cuatro meses.
"El éxito está en la perseverancia de mamá para despertar su afecto por ciertos alimentos. Si el niño pone cara de estupor ante una granadilla, entonces la mamá prueba con papaya, si no funciona, lo hace con una manzana.

Ese es un error, debe probar por lo menos tres o cuatro días con el mismo para que tenga aceptación y desarrolle sus papilas gustativas", dice Botero
Lo mismo sucede con las verduras, donde todo depende de la actitud de los adultos. Ellos son el modelo y los responsables de que los pequeños adquieran buenos hábitos o no. El segundo momento coincide con los dos o tres años de edad, cuando empieza su experiencia de contacto con el mundo llevándose todo a la boca. Una etapa en la que además se hace difícil introducir alimentos que no recibieron antes, sobre todo si la mamá durante el embarazo siguió una dieta monótona.

Preparación, la clave para abrir el apetito

Un estudio inglés, publicado en la revista Journal Appetite, que se realizó entre 564 madres, reveló que los pequeños no muestran un rechazo a ciertos alimentos al azar sino a un grupo de ellos. Entre los más ‘odiados’ se encuentran las verduras, las frutas y el pescado, en los que tienen entre dos y seis años.
Según la nutricionista Claudia Angarita, esto sucede con frecuencia por la presentación que se les da que no es agradable al paladar y porque si no se las comen, no se las ofrecen. "Hay que hacer negociaciones (pedirles que coman determinada cantidad) pero nunca dejar de servirlas y mezclarlas con sopas, arroces o tortas".

Pero la fobia a los alimentos parece tener una excepción: los dulces. Para la nutricionista Adriana Botero esto tiene una explicación: la leche contiene azúcar y genera más emoción en los niños que lo salado.

Sin embargo, es un error de madres y abuelas endulzar alimentos como compotas y teteros para que los niños los acepten. Lo único que aumentan es el riesgo de que la caries ataque sus dientes. "Entre más naturales sean, mucho mejor", agrega.

Tampoco hay que olvidar que muchos de los hábitos de alimentación están condicionados por los estados emocionales del niño, que cuando tiene rabietas puede manipular a sus padres. También suele suceder que lo que hoy les gusta, mañana les produce aversión. En ese caso, lo ideal es esperar una o dos semanas y presentarles el alimento en otra preparación. Pero, hay que saber encontrar los límites, tampoco hay que obligarlos.

Lo claro es que no es una creencia que los buenos hábitos empiezan en la casa, esa es la realidad. Cuando son permanentes en el tiempo, los niños aprenderán a comer bien.

LOS RIESGOS DE NO COMER BIEN

TRASTORNOS. El problema de las fobias a los alimentos en la niñez es que pueden conducir a trastornos de alimentación como la anorexia (total desinterés y aversión por la comida por el temor a aumentar peso, al punto de ver una figura distorsionada de sí mismo), bulimia (periodos compulsivos de alimentación que acompañan conductas como provocar el vómito por el miedo a engordar) y la ortorexia (el rigor estricto con los hábitos de alimentación. No probar ciertos alimentos).

Por eso, es importante buscar ayuda profesional ante cualquier problema en la alimentación, que generalmente corre por cuenta de un psicólogo y un nutricionista. Entre más temprano, mejor, pues los procesos de reeducación suelen ser complicados.