29 enero 2009

Lindsay Lohan asusta con su dramática pérdida de peso

Después de haber sido sorprendida con un misterioso vestigio de polvo blanco en la nariz, la actriz Lindsay Lohan está cada día más delgada.
Ella ya padeció de anorexia en el pasado, sin embargo se rumorea que pudo haber regresado con los problemas alimenticios, además de las drogas.
Historia continua abajo

El papá de la actriz, Michael Lohan, con quien ella no lleva ninguna relación, está nuevamente preocupado con su nueva apariencia, y según dicen, está tratando de volver a acercarse a su hija famosa.

Cabe destacar que desde que LiLo empezó a salir con la DJ inglesa Samantha Ronson, Michael ya externó su opinión en el sentido de que Ronson no es buena compañía para la actriz

Desde el mes de octubre de 2008 empezaron a circular comentarios sobre su dieta, cuando fue a la entrega de los premios MTV.
En ese momento 'corrió' el rumor que LiLo se alimentaba únicamente con sushi, vegetales y té.




28 enero 2009

La autoprohibición de consumir determinados alimentos provoca ansia por la comida

Investigadoras de la Universidad de Granada y de la Universidad de Jaén han estudiado las causas psicológicas y fisiológicas responsables del ansia por lo que comemos, entendida como un impulso irresistible de comer un determinado tipo de alimentos. En el libro ¿Qué es el ansia por la comida? se profundiza en las causas psicológicas y fisiológicas responsables de este fenómeno.



GRANADA.- Un grupo de investigadoras de las Universidades de Granada y Jaén han estudiado las causas psicológicas y fisiológicas responsables del ansia por la comida, entendida como un impulso irresistible de comer un determinado tipo de alimentos (dulces, chocolates, helados, frutos secos, etc.).

Los resultados de varios estudios, realizados por las profesoras Silvia Moreno Domínguez (Universidad de Jaén), Sonia Rodríguez-Ruíz ( Universidad de Granada ) y Mª Carmen Fernández-Santaella (Universidad de Granada) han sido recogidos en el monográfico ¿Qué es el ansia por la comida? .

Preguntan las autoras: "Cuando comes algo que deseas mucho, ¿te sientes culpable? ¿Sientes fuertes deseos de comer cuando estás aburrido/a, enfadado/a, estresado/a o triste? Si empiezas a comer algún alimento en particular que te gusta mucho, ¿tienes verdaderos problemas para parar de comer?" Si el sujeto responde afirmativamente a estas preguntas y considera que esto es algo que le ocurre con demasiada frecuencia, podría estar experimentando ansia por la comida.

En ¿Qué es el ansia por la comida? las investigadoras profundizan en las causas psicológicas y fisiológicas responsables de este fenómeno, a partir de una serie de estudios realizados en la Universidad de Granada con distinto tipo de poblaciones (personas sanas, personas con riesgo de padecer trastornos de la alimentación y personas con bulimia nerviosa). Los resultados encontrados demuestran que, cuando las personas se prohíben a sí mismas consumir ciertos alimentos porque, por ejemplo, piensan que les hacen engordar, aparece el ansia por la comida como reflejo del conflicto entre "poder" y "no querer" comer.

Cuidado con los "atracones"

"Pero no sólo la restricción alimentaria o la realización de dietas puede disparar el ansia por la comida -comentan las autoras de este libro-: también hemos encontrado que las emociones negativas pueden llevar a consumir una cantidad excesiva de alimentos en un corto espacio de tiempo, con sensación de pérdida de control: es lo que conocemos como atracones". Es posible afirmar, por tanto, que la restricción alimentaria y los estados de ánimo negativos (por ejemplo, la ansiedad, la tristeza, la frustración, el estrés…) muchas veces "van asociados a una forma de alimentación que podríamos denominar emocional y patológica".

El trabajo expone de forma sencilla y rigurosa el origen del término "ansia por la comida", así como sus características fundamentales. También se hace un recorrido extenso por las diferentes teorías explicativas del ansia por la comida, analizando el papel negativo de las dietas restrictivas en este ámbito y se describen los métodos de que se dispone actualmente para poder medir el fenómeno.

Las autoras también abordan las poblaciones en las que el ansia por la comida se manifiesta de una manera especial, por ejemplo, personas deprimidas, personas obesas o personas que padecen anorexia o bulimia nerviosa. "También menos analizado –informan las investigadoras- la experiencia del ansia por el chocolate, considerada por algunas personas como una conducta adictiva".

Se trata, por tanto, "de un libro que recoge los conocimientos existentes en la actualidad, tanto a nivel clínico como experimental, sobre una de las experiencias más comunes en la población general: el ansia por la comida".

Fuente: http://www.teleprensa.es/

26 enero 2009

Kate Winslet: "Me siento gorda e infeliz comparada con otras actrices de Hollywood"


La estrella de cine británica Kate Winslet asegura sentirse “poco atractiva y gorda” en comparación con otras actrices de Hollywood.

La protagonista de películas como Titanic, de 33 años y madre de dos hijos, confiesa al rotativo británico Sunday Express Magazine sus desventuras con su físico, que le han hecho sentirse muchas veces “infeliz y desafortunada”.

Tan sólo el éxito, reconoce, puede “llegar a hacerte sentir mejor uno mismo”. El orgullo del “trabajo bien hecho”, asegura.

A pesar de sus tribulaciones respecto a su imagen, la actriz asegura "no verse demasiado mal a pesar de haber dado a luz dos críos”. Y hace una recomendación a las mujeres: “No sentir la presión de compararse con actrices o cantantes”.

La actriz, no obstante sus sentimientos encontrados respecto de su figura, ha asegurado que se sintió muy segura durante el rodaje de la película The Reader, dirigida por su marido Sam Mendes, y en la cual interpreta una escena de un desnudo en pantalla.

25 enero 2009

¡Auxilio, no dejo de comer!

La alimentación compulsiva es una condición frecuente, pero ignorada, y generalmente quienes sufren este problema son señalados como tragones sin voluntad para controlar su apetito, sin tomar en cuenta que su problema es, más bien, psicológico y emocional.

Mi amigo Ricardo es un tipo inteligente, sencillo, de buen corazón y no te deja solo. Casi nadie fue a mi fiesta de cumpleaños, pero ahí estaba él, pregonando con su sonrisa franca que se la estaba pasando muy bien, haciéndole plática al borrachín de mi vecino y diciéndole a mi tío que le prestara sus aburridos vinilos de Frank Pourcel, porque se le ocurrió hacer con ellos una mezcla en sus osadas tornamesas.

A pesar de esas cualidades, hay algo más que lo hace inconfundible: su peso. “Mi tamaño es reflejo de mi alma”, comentó una vez con humor, haciéndose el fuerte mientras se burlaban de él y le colgaban apodos como Keiko, Ñoño o Porky. Se notó que le dolía y trataba de esconderse en sus pantalones y camisas holgadas.

Hace varias semanas se le veía triste y, aunque le pregunté si podía ayudarle en algo, no me dijo nada. “No te preocupes, bro; el capitán Yuri Gagarin —tal es su apodo de Dj— está en una misión especial, dándole la vuelta a algo muy gruexo que se llama planeta Tierra, pero volverá”, me explicó en forma extravagante.

Para mi sorpresa, Maru, su novia, me platicó que también estaba preocupada, que casi no había visto a “su gordo” en los últimos días y que lo notaba deprimido. Como broma, le dijo a Ricardo por teléfono que si no le estaba “pintando el cuerno” con una niña que le hace ojitos en la facultad, y él le contestó con la voz entrecortada: “¡No, amor, nunca te haría eso! Además, como parezco tambo, nadie se fija en mí”.
Antes de sentirme mal por lo que oía, lo único que se me ocurrió fue sugerirle que buscáramos algo en Internet, para ver si lo podíamos ayudar. “Ya lo hice —me dijo con ojos de Remi—, llevo una semana leyendo páginas y mira lo que encontré”.

Me enseñó información de la página de una clínica de trastornos alimenticios en donde se leía: “Las personas que sufren de comer compulsivamente con frecuencia se identifican con su peso, talla corporal y patrones alimentarios. Característicamente experimentan intensos sentimientos de vergüenza y culpa, y tratan de ocultar sus problemas mediante el aislamiento, usan ropa de tallas más grandes para no mostrar exactamente su talla y comen a escondidas”.

Continué leyendo y conforme avanzaba pensé que Maru tal vez exageraba. ¿Ricardo un comedor compulsivo? ¿Qué no sólo es un poco glotón? “Por favor —pidió ella—, sólo quiero pedirte que me acompañes a la clínica a preguntar; tú lo conoces, te estima mucho, y sé que no te reirías de él. Ayúdame a salir de la duda”.

NO SÓLO ES APETITO

Llegamos a mediodía al Centro Interdisciplinas Cognitivo Conductuales, localizado en Polanco (Ciudad de México), donde pudimos conversar con la psicóloga Claudia González Martínez, quien es directora de la subclínica Karuna, especializada en trastornos de la alimentación.

Ni tarda ni perezosa, Maru le comentó a grandes rasgos el caso de Ricardo. En cuanto terminó, le expliqué a la maestra González que, en mi opinión, Ricardo era tal vez un poco tragón, pero que igual me pasaba a mí en época de exámenes, y que entonces yo también podría ser un comedor compulsivo.

Ella nos aclaró que, generalmente, “el término se maneja en forma errónea y muchos consideran que son comedores compulsivos porque tienen especial apetito por algo, como dulces, pan o algo calórico, o por su nula habilidad para medirse con la comida. También se usa el término cuando alguien come por nerviosismo, pero no es preciso”.

Así, nos explicó que un comedor compulsivo es alguien que tiene una serie de funciones y actividades en torno a la comida, y que relaciona a ésta con un manejo erróneo de emociones. “En realidad —ahondó— un comedor compulsivo tiene exceso de alimentación constante y en el día a día presenta 1 ó 2 episodios en los que come cantidades que para cualquier otra persona serían francamente desmedidas”.

Y hay algo muy peculiar: “Los pacientes nos reportan que parece que entran en trance cuando están en contacto con la comida, como si tuvieran una laguna mental y volvieran a conectarse al terminar. Pocas veces pueden decir qué se comieron y cuánto, salvo que recuerden que tenían una caja de galletas nuevecita y no queda una sola”.

Maru se veía un poco decaída, pero asentía con la cabeza y, para mi sorpresa, murmuró que tenía sospechas de que Ricardo hacía eso. Luego le preguntó sobre la actitud triste y melancólica que “su gordo” había tenido en los últimos días, y a ello le contestó la psicóloga que, por desgracia, la gente que come descontroladamente está muy devaluada en lo emocional, se oculta, se viste como “casa de campaña” y tiene problemas para desenvolverse en su entorno social.

En el caso de “adolescentes y jóvenes que cursan secundaria, preparatoria y los primeros años de la universidad, están en un proceso de definir su identidad, tratan de encajar socialmente y de probar que son atractivos, y se comparan con sus compañeros. Ahí viene el problemón, porque sólo se les acepta como ‘el gordito simpático’ que es chistoso y es objeto de burla, o como persona obesa rechazada y hostil”.

También aclaró que ni todos los obesos son comedores compulsivos, ni todos los comedores compulsivos son obesos. Hay quienes a veces se dan cuenta de lo que comen y se provocan el vómito o se la pasan tomando pastillas para bajar de peso, laxantes (aceleran el tránsito intestinal) y diuréticos (estimulan la emisión de orina), de modo que se confunde con otro trastorno alimenticio, la bulimia, y por eso existen algunos pocos casos en que no hay sobrepeso.

06 enero 2009

La bulimia se asocia con una alteración en las áreas cerebrales que controlan la impulsividad, según estudio.

(EUROPA PRESS)

La bulimia se asocia con una alteración en las áreas cerebrales que controlan la impulsividad, según sugiere un estudio de la Universidad de Columbia y el Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York en Estados Unidos que se publica en la revista 'Archives of General Psychiatry'.

Los resultados de la investigación muestran que las mujeres con bulimia nerviosa responden más impulsivamente en pruebas psicológicas que aquellas sin trastornos de la alimentación. Los escáneres cerebrales que se realizó a las mujeres que participaron en estos ensayos muestran diferencias en áreas responsables de la regulación de la conducta.

La bulimia nerviosa a menudo comienza en la adolescencia o en los primeros años de vida adulta, afecta sobre todo a mujeres y se caracteriza por episodios recurrentes de consumo masivo de alimentos seguidos por vómitos auto-inducidos u otras conductas compensatorias para evitar el aumento de peso.

Los autores explican que determinados mecanismos entre las células nerviosas, conocidos como circuitos frontoestriales controlan las conductas voluntarias. Estas funciones se evalúan durante la tarea denominada de Incompatibilidad Espacial Simón, en la que los participantes deben indicar la dirección a la que apunta una flecha con independencia de si aparece en la pantalla.

La tarea es más fácil cuando la dirección de la flecha se corresponde con el lado de la pantalla y más difícil si por ejemplo apunta hacia la izquierda mientras aparece en la parte derecha de la pantalla. Ignorar la parte de la pantalla y centrarse en la dirección de la flecha requiere una regulación de la conducta al combatir la tendencia de responder de forma automática y resolver los mensajes conflictivos.

Los investigadores, dirigidos por Rachel Marsh, compararon los resultados en esta tarea de 20 mujeres con bulimia nerviosa con los de 20 mujeres sanas que sirvieron como controles. Las participantes realizaron la prueba mientras pasaban por imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf).

Según los autores del estudio, los pacientes con bulimia nerviosa mostraban una mayor impulsividad que los controles, respondían más rápido y cometían más errores en los casos contradictorios que requerían un control auto-regulador para responder correctamente. Cuando las pacientes con bulimia respondían correctamente en estos momentos en que la dirección de la flecha y el lado de la pantalla en que aparecía se contradecían, sus circuitos frontoestriales no se activaban en el mismo grado que en las mujeres control.

Los resultados sugieren que las personas con bulimia nerviosa no activan de forma adecuada sus circuitos frontoestriales quizás contribuyendo a respuestas impulsivas ante estímulos conflictivos que suelen requerir de la activación de este circuito y una auto-regulación para responder de forma correcta.

Los autores creen que esta incapacidad para enlazar los sistemas frontoestriales también contribuye a su incapacidad para regular el consumo masivo de alimentos y otras conductas impulsivas.