02 julio 2006

La procesión va por dentro

Adela Dávila Estelritz PRENSA ASOCIADA

A todos nos pasa y es natural: la mayoría tendemos a pensar que lo malo que nos sucede, nos pasa sólo a nosotros y a nadie más. Si algo se nos rompe en el momento más inoportuno, si algo se nos olvida cuando más lo necesitamos o si una cosa nos cuesta más cara de lo que habíamos presupuestado, muchos imaginamos que los únicos atravesando por ese inconveniente somos nosotros.

Pero, qué va. Somos muchos los hijos de muerto. Sobre todo, cuando se trata de problemas con el manejo del apetito y nuestra respuesta/reacción a las situaciones de la vida. En circunstancias estrésicas, las preocupaciones, tristezas y otros sentimientos fuertes -casi siempre negativos- suelen provocar en muchos de nosotros que comamos de manera desenfrenada.

Precisamente ése es el caso de una joven muy exitosa, con una carrera y un futuro brillante, y de quien muchos no sospechaban que padecía de un desorden alimentario. Nos referimos a Katharine McPhee, concursante de "American Idol", que llegó a primera finalista de dicho evento.

La hermosa y talentosa muchacha cautivó a los jueces de "American Idol", incluyendo a Simon Cowell. Este odioso británico ha hecho carrera ocupando el lugar del villano, con críticas a los concursantes, las cuales a veces han rayado en lo ofensivo. A pesar de ello, sobre esta chica Cowell expresó: "Su voz ha sido lo mejor de esta competencia". Y, aunque Katharine no ganó la competencia -el premio fue para Taylor Hicks-, las ofertas de trabajo no se hicieron esperar y la joven está encaminada a un futuro exitoso.

Pero, no empece a tan grande victoria -en "American Idol" llegar en segundo lugar es casi mejor que ser el primero- Katharine se sentía muy sola guardando el secreto de la procesión que llevaba por dentro. Y mientras el mundo la veía delgada y bonita, y la escuchaba cantar como si no tuviera ni un solo problema en la vida, la chica ocultaba la terrible la verdad sobre su bulimia. Esta enfermedad se caracteriza por períodos de dieta bien estricta, seguidos por episodios de comer desenfrenadamente para, luego, tratar de deshacerse de lo ingerido por medio de purgantes o induciéndose el vómito.

Katharine, cuyo cuerpo empezó a cambiar a partir de los 13 años, se sentía consciente de las curvas que estaba desarrollando. De hecho, a riesgo de perjudicar su voz, a partir de los 17 años la jovencita recurrió al vómito para deshacerse de lo que comía con frenesí.

Años más tarde, Katharine supo que los ácidos estomacales que devolvía pudieron haberle afectado las cuerdas vocales al punto que hubiera podido perder su fabulosa voz. Y todo por no saber cómo controlar su bulimia. Por eso, con la ayuda de sus padres y su novio, en octubre de 2005 Katharine ingresó en el "Los Angeles's Eating Disorder Center of California". Allí pasó tres meses participando en terapia de grupo y con sesiones de terapia individual seis días a la semana.

Durante su estadía, por fin pudo interiorizar que la comida era para ella como una muletilla en la cual se apoyaba para poder lidiar con sus emociones. Para sobreponerse al problema, tuvo que rendirse y aceptar que la solución a sus problemas nunca estaría fuera de ella, sino dentro de sí. Y sólo enfrentando a sus monstruos cara a cara podría vencerlos.

Por eso es tan importante que este tipo de problema no tratemos de sobrellevarlo solos. De modo que si sospechas que puedes estar padeciendo de bulimia o alguna otra enfermedad relacionada con la forma en que te alimentas, procura buscar ayuda cuanto antes.