EFE. RAQUEL RIVERA. MÁLAGA.
Los médicos achacan el retraso a que los pacientes esconden sus síntomas. Los trastornos alimenticios suelen aparecer a los 16 años, pero la edad media de los enfermos tratados en Málaga es de 26. El 13% de los jóvenes corre el riesgo de sufrir estas patologías ´silenciosas´
A pesar de las campañas públicas contrarias a la delgadez como icono de belleza y al culto desmesurado al cuerpo, existe todavía mucho desconocimiento sobre las causas y efectos de los trastornos alimenticios. Los especialistas advierten de que la sociedad confunde los síntomas y no es consciente de las secuelas de estas enfermedades. En Málaga los casos de anorexia y bulimia tardan cuatro años y medio en detectarse, según un estudio a partir de población clínica elaborado por la Fundación ABB, especializada en la prevención de estas afecciones.
"Parece que para estar enfermo tienes que estar muy delgado y obsesionado con la imagen, y no es así. Por ejemplo, en la bulimia nerviosa los síntomas permanecen ocultos y son más difíciles de diagnosticar", explica Diego Solano, psicólogo y coordinador andaluz de la fundación.
El retraso en la detección de estos trastornos explica que la edad media de los pacientes de Málaga se sitúe en los 26 años. Pero lo cierto es que estas patologías suelen aparecer a los 16 años, según los expertos. "El tiempo que tarda en diagnosticarse corresponde al periodo desde que el enfermo sufre los primeros síntomas hasta que los efectos son muy visibles y decide finalmente acudir al médico para iniciar el tratamiento", explica este especialista.
Estos trastornos siguen en aumento, si bien el ritmo de crecimiento es mucho menor que hace varios años por las iniciativas de prevención. Pero preocupa mucho entre los expertos la demora en el diagnóstico, lo que agrava el riesgo de que la enfermedad se convierta en crónica. "Estos trastornos son totalmente reversibles pero aumenta el riesgo de cronicidad cuando llevan años instalados. Como consecuencia, el paciente padece secuelas físicas y psicológicas muy graves", indica el estudio de la fundación.
Trastornos más frecuentes.
La bulimia y los trastornos por atracón son las enfermedades más frecuentes, al suponer la mitad de los casos que se tratan en los centros. Le siguen los trastornos no específicos, que son aquellos que no llegan al grado de afección de la anorexia y la bulimia, pero influyen en la conducta del paciente, que está obsesionado con el peso, no sigue una dieta equilibrada y sufre por su imagen. Por último, en el 24 por ciento de los supuestos se trata la anorexia, que acarrea secuelas graves si no se sigue un tratamiento. Al año el Servicio Andaluz de Salud (SAS) atiende a más de 2.000 pacientes por trastornos en la conducta alimenticia.
El coordinador andaluz de la fundación asegura que cada vez se están tratando a enfermos más jóvenes, lo que indica que el mensaje de prevención en los centros escolares comienza a calar. "Este año hemos visto a muchos más pacientes de 14 años. El problema está en las generaciones pasadas que desconocían la trascendencia de la enfermedad y que mantienen los síntomas. A ese grupo debemos dirigirnos", asegura Solano. La anorexia o la bulimia siguen siendo enfermedades de mujeres, que suponen el 90 por ciento de las pacientes.
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